martes, 9 de octubre de 2018

Integración somatovegetativa.

La inervación vegetativa mantiene la conexión entre lo visceral y lo somático. Los sistemas vegetativo y somático comparten neurotransmisores (por ejemplo: acetilcolina). Más aspectos comunes: las fibras nociceptivas son finomielínicas, amielínicas, o de ambos tipos, las neuronas ganglionares del sistema autónomo proceden de la médula. El sistema autónomo no actúa con independencia de los hemisferios cerebrales. En definitiva: la integración vegetativa no es ajena a la integración de los fenómenos de la vida de relación. 

Médula espinal: la mayoría de los reflejos provocan respuestas somatovegetativas, por ejemplo: defecación y micción (eferentes somatovegetativas), reflejos cutáneos a la temperatura (aferente somática, eferente vegetativa), reflejo miotático, de retracción, de la marcha (eferente somática), retirada intestinal (eferente vegetativa), acupuntura para calmar el dolor visceral. La integración en médula ocurre en neuronas intercalares (lámina 7). 

Tronco encefálico: respuestas somatovegetativas se integran en la formación reticular, común a los dos sistemas; por ejemplo: reflejo respiratorio (aferente vegetativa, eferente somática), reflejo del vómito (aferente vegetativa, eferente somatovegetativa), reflejo de la tos, reflejo de acomodación (aferente somática, eferente somática a músculos rectos internos y vegetativa a músculos ciliares). Integración somatovegetativa, ejemplos: reflejo de la tos, reflejo cardioinhibidor (coordina la actividad cardíaca con las necesidades circulatorias), reflejos vestibulares (coordina movimientos oculares con los de la cabeza y mantiene el equilibrio del cuerpo ante los desplazamientos de la cabeza), reflejo del vómito (movimientos antiperistálticos y prensa abdominal), reflejo de salivación, reflejo de lagrimeo. 

Diencéfalo: el hipotálamo controla los centros vegetativos de tronco encefálico y médula espinal; por ejemplo: el hipotálamo estimula el centro de la micción, como el espinal, pero el hipotálamo además implica un comportamiento, como el sexual, el alimenticio, el sueño, etc. El hipotálamo realiza la integración neurovegetativa y somatovegetativa de respuestas complejas. Por ejemplo: la conducta instintiva que relaciona lo somático y lo visceral, como la micción, la defecación, la copulación, la conducta de ataque, etc. Control de la regulación térmica, de la frecuencia cardíaca, de la presión arterial, de los movimientos peristálticos, del vaciamiento vesical, de la ingesta, de la conducta instintiva (micción, defecación, alimentación, copulación, ataque). Participa en la integración de las emociones. La médula espinal en cambio sólo integra reflejos, y el telencéfalo realiza una integración más compleja. 

Telencéfalo: la corteza controla el comportamiento instintivo, porque tiene en cuenta la información inmediata y la experiencia. La integración ocurre en el sistema límbico (memoria, afectos) y en neocórtex. Por ejemplo: reflejos condicionados pueden influir en la actividad cardíaca, renal, gastrointestinal, etc. estableciendo un nexo entre dos aferentes, una somática y otra vegetativa, que se asocian a una respuesta, pudiendo ser el estímulo condicionado somático o vegetativo. Por ejemplo: hipnosis, que es otra forma de influir en lo visceral desde lo somático, pues consiste en conseguir que la conciencia y la capacidad de percepción se centren en el hipnotizador, que sugiere evocaciones memorísticas que provocan reacciones somatovegetativas, y esas evocaciones no provocan reacciones fuera el estado de hipnosis, al no haber tanta atención a la situación evocada (ya que entonces ya no sería la única información recibida). Autosugestión y yoga: dominio voluntario del sistema visceral mediante aprendizaje; se consigue fijando la atención en sensaciones corporales en estado de relajación, recordando luego esa sensación para provocar relajación. La integración es cortical. Por tanto, la corteza puede provocar al menos tres respuestas vegetativas: reflejos condicionados, yoga e hipnosis. 

Amígdala: Al final de la cola del caudado está la amígdala, cuya función es, a partir de sus conexiones con el área subcallosa, la de intercalar estímulos olfatorios con hipotálamo y corteza cerebral en funciones de preservación del individuo, como reacciones de temor, afectivas intensas, intensificación de la actividad sexual, etc. Influye en respuestas vegetativas y endocrinas por sus conexiones con el hipotálamo. La información sensorial ya llega a la amígdala con significado matizado. Lesión de uncus, amígdala (sistema límbico), o ambos, implica crisis uncinadas: alucinaciones olfatorias, generalmente desagradables, movimientos de labios y lengua, expresión facial de ensoñación. 

Formación reticular: recibe aferencias de las vías sensitivas, con información inespecífica, para mantener la actividad cortical. La regulación de la actividad del sistema nervioso central depende de las exigencias. Recibe información de la actividad de los órganos sensoriales, tanto de la sensibilidad general como de la especial, por tanto, integra respuestas reflejas en el tronco encefálico y en la médula espinal (respuestas somáticas, vegetativas y somatovegetativas) y activa la corteza cerebral para que una área concreta reciba un estímulo específico. El córtex puede modular la actividad de la formación reticular, y por tanto el tono muscular y el grado de excitabilidad de las neuronas de transmisión central, con lo cual se controla el paso de información desde la médula espinal. Centro internuncial entre las vías aferentes y eferentes de los reflejos del tronco encefálico y con capacidad de integrar respuestas, con lo que pone en relación centros efectores separados con aferentes de diversos centros, para tener en cuenta la situación global del sistema nervioso central. Participa en el control del tono muscular, acitividad de neuronas sensitivas del tronco encefálico y de la médula espinal y en la regulación del ritmo vigilia-sueño y de la actividad cortical.

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