jueves, 20 de septiembre de 2018

Electrooculografía, EOG.

Se registra con 2 canales; electrodos activos en el ángulo externo de ambos ojos, electrodos referenciales en entrecejo; el paciente mira a derecha e izquierda, con lo cual se obtiene una onda al variar el campo del dipolo formado por la retina, que es electronegativa, y el polo anterior del ojo, que es electropositivo, al moverse los ojos estando los electrodos fijos. 

Primero se registra en condiciones escotópicas, manteniendo al sujeto a oscuras durante 20 minutos previamente; la amplitud aumenta hasta un 50% a los 5 minutos tras volverse a condiciones fotópicas (electrooculografía dinámica), lo cual no se produce en caso de existir degeneración tapetorretiniana. 

Se registra con dos canales, con una sensibilidad de 200 microvoltios/división, filtros a 3 Hz-10000 Hz y barrido de 500 milisegundos/división. 

En la onda obtenida se calcula el índice de Arden: amplitud máxima fotópica (pico a pico)/amplitud mínima escotópica X 100. Valor normal: 170-180 (en general, mayor de 75); subnormal: 130-160; anormal: 110-130; apagado: menos de 110. 

Hay un estándar propuesto (Brown M et al. ISCEV standard for clinical electrooculography (eog). Doc Ophthalmol 2006; 113: 205-12). 

Esta técnica de valoración funcional de la retina se ha practicado durante años personalmente, y se ha encontrado que es poco sensible y poco específica en comparación con el electrorretinograma, presentando numerosos falsos positivos y falsos negativos, tantos que se ha ido desechando paulatinamente, conforme se ha ido comparando con el electrorretinograma, por el que se ha ido sustituyendo, de manera que en este momento ha quedado excluido, el electrooculograma, del protocolo utilizado personalmente para las retinopatías, no así en otros laboratorios. 

En diversos textos científicos incluso se afirma que se considera al electrooculograma una técnica específica e indicación “imprescindible” (sic) para el diagnóstico en la distrofia viteliforme de Best (síndrome de Best), pero no se dice el porqué, aunque se da por cierto; lo recomendable en el síndrome de Best probablemente sería hacer un fondo de ojo, no un electrooculograma. Supuestamente el electrorretinograma sería normal en la distrofia macular viteliforme de Best, mientras que en el electrooculograma faltaría la elevación fotópica del potencial de manera notable (Holder, 2010, lo menciona, pero sin aportar referencias), lo cual ayudaría no a hacer el diagnóstico con el electrooculograma, sino a utilizar el electrooculograma para indicar el estudio genético, que sí llevaría al diagnóstico. En la práctica se puede observar esta falta de elevación fotópica en sujetos sin distrofia de Best, y probablemente en sujetos normales, por lo que se trataría de una técnica demasiado grosera como para tenerla en tanta consideración en cuanto a su especificidad para indicar el estudio genético de esta enfermedad en concreto. No se considera por tanto que haya certeza en cuanto a ese carácter “imprescindible” del electrooculograma para la indicación del análisis genético en caso de sospecha de enfermedad de Best, por falta de evidencia científica conocida que lo demuestre. Según François et al., el electrooculograma está alterado en la distrofia viteliforme aun sin evidencia de alteración oftalmoscópica y en portadores asintomáticos también, y también en el lado supuestamente sano en pacientes con afectación unilateral. La detección de electrooculograma alterado serviría según estos autores por tanto, y en concreto, para el consejo genético de portadores asintomáticos. El electrooculograma sería incluso más sensible que el electrorretinograma según estos autores, pero la referencia es de 1966 y no se puede considerar vigente hoy en día, estando ya más desarrollado el electrorretinograma que entonces, no así el EOG (François j et al. L´électro-oculographie Dans les dégénérescences vitelliformes de la macula. Bull Soc Belge Ophthal 1966; 143: 547). El electrooculograma sería por tanto hipotéticamente más sensible que el electrorretinograma según algunos autores clásicos en caso de distrofia viteliforme de Best, distrofias retinianas difusas, metalosis ocular, algunas retinopatías tóxicas, etc. Lo que pasa es que ésto no es lo que se ha venido observando después personalmente en la práctica diaria a lo largo de los años, y ésto dicho sin tener en cuenta, además, los falsos positivos del electrooculograma y el hecho de que estos autores encuentran que la utilidad de dicha mayor sensibilidad hipotética del electrooculograma sería la de orientar el consejo genético, simplemente, no la de confirmar el diagnóstico de una retinopatía, que sería lo propio si dicha técnica fuese tan útil como se afirmaba y que es algo que sí permite hacer el electrorretinograma por contra. 

En conclusión: esta técnica de valoración funcional de la retina se ha practicado durante años personalmente, como ya se ha dicho, llegando finalmente a la necesidad de desecharla por ahora por haber observado excesiva falta de sensibilidad y especificidad como técnica con aplicación clínica en neurooftalmología, y dado que hay una técnica mejor, el electrorretinograma. Hay de hecho ya alguna referencia acerca de la inutilidad del electrooculograma en la distrofia de Best (Bellido RM et al. Electrofisiología de la distrofia viteliniforme de inicio en la edad adulta. A propósito de un caso. Rev Neurol 2012; 55: 626-638). 

No obstante, no se ha suprimido el electrooculograma en la polisomnografía en particular y en la monitorización electroencefalográfica en general, donde sigue siendo una técnica de importancia y utilidad crecientes.

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