Forman parte del sistema extrapiramidal. Participan en la percepción sensorial, especialmente la dolorosa, por sus conexiones entre córtex sensoriomotor y núcleos inespecíficos de tálamo, como el centromedial, y la existencia de receptores opiáceos, por ejemplo en núcleo caudado.
La destrucción del cuerpo estriado imposibilita la formación de reflejos condicionados y lleva a la desaparición de los ya formados; también implica la aparición de discinesias en forma de movimientos involuntarios y sin finalidad, como corea (como en la corea de Sydenham, o la corea de Huntington, en cuyo caso comienza por el neoestriado y después progresa), o movimientos atetoides (por traumatismo obstétrico, malformaciones congénitas, etc.), que son movimientos lentos de partes acras.
Al final de la cola del caudado está la amígdala, cuya función es, a partir de sus conexiones con el área subcallosa, la de intercalar estímulos olfatorios con hipotálamo y corteza cerebral en funciones de preservación del individuo, como reacciones de temor, afectivas intensas, intensificación de la actividad sexual, etc. Influye en respuestas vegetativas y endocrinas por sus conexiones con hipotálamo. La información sensorial ya llega a la amígdala con significado matizado.
Los ganglios basales tienen función motora acompañante. Presentan organización somatotópica y necesidad de aprendizaje motor por entrenamiento. Es un circuito motor asociativo (subsidiario) y límbico, con función motora e intelectual.
Véase síndrome rígido acinético. Véase asimetría en el electroencefalograma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario